Introducción
La música ha sido escenario de grandes
historias desde tiempos inmemoriales. Algunas felices, narrando el surgimiento
de grandes artistas que desde los cimientos más humildes lograron construir una
carrera para ser recordados. Y otras no tanto. Vidas plagadas de sucesos
difíciles y trágicos que vieron descender a personas desde las popularidades
más grandes hasta la soledad absoluta.
En Argentina, cinco jóvenes vieron
interrumpido su recorrido en la música en el apogeo de su creatividad. Una
prohibición de cantar en inglés invadía el país a principios de los 70 y se
llevaba consigo los sueños de gloria de estos adolescentes, que envueltos en
convicciones, prefirieron dejar a un lado sus anhelos antes que pactar con el
gobierno de turno.
Décadas de ausencia marcaron la realidad de
una formación que parecía haber desaparecido de la faz de la Tierra.
Reminiscencias de un tiempo mejor albergaban los corazones de estos integrantes
que no habían podido culminar su tarea. Casi 40 años después de la disolución,
una reunión casual volvería a encender la llama. Estos “viejos” rockeros
regresarían a reclamar lo que les pertenecía.
La historia de los Knacks es mucho más que un
sueño de juventud truncado por una dictadura vil y despiadada. Es el periplo de
un grupo de muchachos que ha entendido que muchas veces el camino es más
importante que la meta. Es el hacer y volver a hacer sobreponiéndose a toda
piedra que la vida ponga en tu camino. Es el ir en contra de los mandatos de
una sociedad que te grita que ya estás demasiado grande para hacer eso que
tanto amás. Es el plantarle cara al paso del tiempo y desde una nota, un acorde
o el simple sonido de un platillo, gritarle acá estoy, todavía tengo algo más
que cantar. Es el entender que, al fin y al cabo, lo que siempre queda es la
música.
"El tipo puede cambiar de todo. De cara,
de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios. Pero hay una cosa que no
puede cambiar, Benjamín. No puede cambiar de pasión." - El Secreto de sus
Ojos-. Y tal vez haya sido esa pasión el combustible para que un grupo de
setenteros retirados de la actividad musical, volvieran a calzarse los
instrumentos para salir al ruedo y terminar lo que hacía 40 años habían
comenzado. Continuar pintando sobre ese lienzo inconcluso y renacer de un
olvido que amenazaba con sepultar la carrera de un conjunto que todavía tenía
una vuelta más.
Desempolvemos el tocadiscos y zambullámonos
dentro del espiral de la vida de esta banda, que con sus subes y bajas, ha
logrado dejar una estela legendaria. Que gire el disco. Que suene bien fuerte,
¡The Knacks!